Colectivos de 10 estados denunciaron que la impunidad en feminicidios persiste por negligencia institucional, omisiones judiciales y falta de resultados.
El eco de los pasos resonó en las plazas de Morelos, Oaxaca, Chihuahua, Jalisco, Quintana Roo y otros estados donde miles de mujeres salieron a las calles para gritar lo que el país ya no puede seguir ignorando: la impunidad en feminicidios. Cada pancarta, cada fotografía de una mujer desaparecida, cada nombre leído en voz alta formó parte de una jornada que no solo recuerda el 25N, sino que exhibe la herida abierta que México no ha logrado cerrar. Desde temprano, madres buscadoras, estudiantes, activistas y colectivas feministas organizaron movilizaciones simultáneas en diez estados. Para muchas de ellas, la protesta no comenzó ayer: lleva años gestándose entre expedientes inconclusos, carpetas estancadas y autoridades que prometen justicia pero no la cumplen.
Un dolor compartido que desbordó las calles
La jornada inició con Morelos como uno de los epicentros. Allí, colectivos recordaron que la entidad sigue entre los primeros lugares nacionales en feminicidios. Denunciaron que la inacción del gobierno estatal y la falta de coordinación entre dependencias impiden cualquier avance real. Entre las manifestantes se escuchaban testimonios de madres que llevan años buscando a sus hijas, enfrentando la burocracia que erosiona la esperanza. En Oaxaca, el reclamo fue todavía más crudo. Activistas acusaron al gobierno estatal de corrupción, simulación e indiferencia ante lo que califican como una emergencia de violencia contra las mujeres. Las cifras respaldan su enojo: 280 feminicidios y más de mil mujeres desaparecidas en lo que va de la actual administración. Una participante lo resumió con una frase: “Aquí no nos matan solo los agresores; nos mata también la omisión del Estado”. A mitad de la historia de estas protestas, el mensaje coincidía en un punto clave: la impunidad en feminicidios es el hilo que une todas las denuncias. Cada estado tiene su propia tragedia, pero la raíz del problema —la negligencia institucional— es prácticamente idéntica en todo el país.

Las protestas revelan el impacto de la impunidad en feminicidios
En Quintana Roo, cientos de mujeres marcharon en Chetumal y Cancún. Señalaron al Estado como su principal agresor por no integrar carpetas de investigación ni agilizar juicios de pensión alimenticia. Acusaron además que la violencia feminicida crece mientras las autoridades se concentran en campañas públicas más que en resultados tangibles. En Chiapas, cerca de 800 integrantes de la Coordinadora Diocesana de Mujeres recorrieron las calles de San Cristóbal de las Casas. Su reclamo añadió un elemento que pocas veces ocupa titulares: la violencia derivada del crimen organizado en comunidades indígenas y rurales, donde la presencia del Estado es mínima y las mujeres quedan expuestas a un doble riesgo. Jalisco vivió una protesta distinta, marcada por un performance en Guadalajara dirigido a evidenciar la falta de resultados del centro especializado en justicia para mujeres. “Aquí nuestras denuncias se pierden”, reclamó una joven al finalizar la intervención. En Nuevo León, las colectivas se congregaron frente al palacio estatal. Colocaron carteles con denuncias de violencia familiar, una problemática que sigue en aumento. Las mujeres insistieron en que la atención es lenta y que las medidas de protección no se cumplen con rigor. En Tabasco, las manifestantes encendieron veladoras y colocaron fotografías de mujeres asesinadas. Este año, señalaron, suman ya 52 crímenes, un número que evidencia una tendencia creciente. El homenaje silencioso contrastó con la indignación que expresaron al exigir acciones urgentes.
Un país cansado de esperar justicia
En el Estado de México, los colectivos colocaron 300 zapatos rojos en Nezahualcóyotl. La instalación artística, que simboliza la ausencia y el vacío, se convirtió en un recordatorio visual del número de mujeres que no regresaron a casa. “Queremos que los gobiernos vean lo que su negligencia provoca”, afirmó una participante. Chihuahua también vivió una protesta cargada de simbolismo. En el antimonumento Cruz de Clavos, integrantes del Centro de Derechos Humanos de las Mujeres realizaron un pase de lista con los nombres de las víctimas del año. En esa entidad, denunciaron, las autoridades no han cumplido con la alerta de género vigente ni han frenado el aumento de violencia contra mujeres y niñas.
Un cierre que exige respuestas reales
La jornada del 25N dejó claro que la impunidad en feminicidios no es una cifra ni un concepto abstracto: es la razón por la que miles de mujeres salieron a las calles a exigir justicia. Desde el norte hasta el sur del país, el reclamo fue el mismo: las instituciones han fallado y es hora de que asuman su responsabilidad. Mientras continúan las investigaciones, protestas y exigencias, el país enfrenta un desafío monumental: erradicar un patrón de violencia y omisión que se repite año tras año. Y aunque las manifestantes regresaron a casa, el mensaje quedó escrito en cada ciudad: la lucha seguirá hasta que la impunidad en feminicidios deje de definir la realidad de México.
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— SCCyQROO (@SCCyQROO) November 27, 2025
